La Medicina del Tabaco
por Natalia Monsegur
Vas bajando en tu balsita
Morenito Curandero
trae, trae medicina
cura, cura nuestros cuerpos
I
El primer contacto que tuve con una planta maestra, y de modo ceremonial, fue con el Tabaco. Pero debo agregar que, a su vez, como muchos, el primer contacto que tuve con una planta maestra, y no de modo ceremonial, también fue con el Tabaco.
Quizás muchos desconozcan que el tabaco es una medicina. En América del Sur, los pueblos indígenas lo utilizan al menos de seis formas diferentes: masticándolo o chupándolo, bebiéndolo, lamiéndolo, aspirándolo, fumándolo y mediante lavativas (Wilbert, 1987).
Su cultivo es originario de América. Desde Canadá al territorio de Tierra del Fuego, ha acompañado a los pobladores americanos desde hace miles de años, entre 6000 y 8000 años[1]. Luego de la llegada de los primeros pobladores europeos a América es que el Tabaco viaja al viejo continente y comienza, quizás, el derrotero del tabaco que conocemos comúnmente[2].
Sin embargo, por ejemplo, en el norte del continente, el tabaco era, y sigue siendo, central en los “círculos de palabra” celebrados por la Confederación Iroquesa (Von Gernet, 1992); y en las culturas amazónicas es un aliado necesario para las prácticas de curanderos, convirtiéndose en un elemento central en los procesos de cura.
Entonces, ¿qué es lo que hay ahí, en todos esos usos, y que ha sido perdido para nosotros? ¿Por qué desconocemos su potencia curativa? ¿Por qué no tiene ni ha tenido tanta prensa como otras plantas sagradas? Estoy pensando ahora mismo en estas cosas, a medida que intento escribir algo digno sobre el Tabaco. Lo que de inmediato llega a mi mente es su bajo perfil. Y quizás algo de su esencia tenga que ver con eso. Hay humildad en él, aunque, también hay que decirlo, hay rigurosidad.
Yo viví la época donde se fumaba ¡hasta en los aviones! Como vivíamos con mi familia en Barcelona, tengo el recuerdo de ver a mi padre fumando sin parar las doce horas de viaje que nos separaban de Buenos Aires.
De ninguna manera me quiero poner moralista al respecto. Yo misma he sido adicta al cigarrillo, y sé que fumar es rico. Se experimenta un alivio fugaz, un efecto levemente sedante y, más temprano que tarde, el Tabaco fumado se convierte en una especie de compañero, en algo que cubre momentáneamente… algo. Otra cosa.
¡Oh! ¡Dichoso quien pueda tener una relación equilibrada y respetuosa con el Tabaco! Pero los que hemos sido fumadores sabemos que es difícil.
No imposible, claro. Quizás ayude comprender otras dimensiones del Tabaco y su espíritu.
El problema del Tabaco fumado -y más como lo fumamos en Occidente, industrializado, con ingredientes aún más dañinos para nuestra salud y sin ningún tipo de presencia- es que se genera una transgresión.
Para las tradiciones amazónicas, uno debe relacionarse con las plantas en un orden preciso: primero en forma líquida, luego en forma sólida, y finalmente en forma aérea. La transgresión de este orden provoca la adicción. La transgresión es una relación torcida con el espíritu de la planta.
Y ese ha sido nuestro modo. Hemos hecho uso y abuso del tabaco: sólo nos hemos relacionado con su forma aérea, es decir, fumado.
Aquí la cosa se pone interesante y desafiante de poner en palabras porque es entender las cosas desde otra perspectiva. Es comprender que las plantas tienen sus espíritus y esos espíritus piden respeto y un modo de hacer las cosas.
Si un extraño viene a mí y, supongamos, quiere besarme está haciendo una transgresión. Quién sabe. Quizás a ese mismo extraño, luego de un proceso de conocimiento y amistad, quiera yo dar un beso, pero bajo la otra forma es una transgresión. Lo mismo ocurre con las plantas.
Por supuesto que esa transgresión es producto de nuestra ignorancia. Nadie nos explicó, y un buen día vino Marlboro con su cowboy a decirnos que fumar era una experiencia salvaje y placentera.
Compramos.
Compramos y transgredimos.
Pero lo maravilloso de esto es que podemos dejar atrás la transgresión y restaurar la relación.
Para conocer su espíritu lo primero que debemos hacer es, entonces, tomarlo de modo líquida. Luego vendrá la aplicación sólida, como, por ejemplo, el rapé, o mascar tabaco, para finalmente fumarlo.
Claro, y quizás ahora comprendamos por qué no tiene prensa, ya que el proceso de tomar el tabaco de forma líquida en un proceso donde se pone el cuerpo: es un proceso de purga. El tabaco funciona como un vomitivo; y dependiendo de su preparación, del tabaco mismo, y las condiciones en que esté el cuerpo, la duración del proceso puede variar entre cuarenta minutos a una sesión larga de más de tres horas.
Vale aclarar que la sesión siempre se lleva delante de modo ritualizado con alguien que conozca la medicina y pueda guiar y acompañar.
La tradición coincide en que, de modo líquido, la medicina del tabaco absorbe las negatividades alojadas en el cuerpo y promueve la limpieza de cuerpo, mente y espíritu.
Los procesos purgantes tienen mala fama, aunque son necesarios y fundamentales. Se utilizan como preparación para la ingesta de otras plantas maestras o bien como proceso necesario y fundamental de nuestra salud.
Y miremos de cerca el significado de la palabra. Purgar significa «limpiar, purificar algo» y viene del latín purgare, que asocia a las palabras purgare o purgatorio y también puro[3]. Toda esta simbología ocurre dentro nuestro cuando tomamos Tabaco.
Pero además del limpiar el cuerpo, el tabaco tomado de forma ceremonial nos proporciona otro gran regalo. El tabaco tiene la fuerza de curar nuestra mente. Y eso para esta sociedad neurotizada en la que vivimos es impresionante. Es un regalo muy hermoso e invaluable. Ordenar la mente, calmarla, purgar la rumiación excesiva, provoca, como efecto secundario, una recuperación de energía.
La purga de tabaco limpia y desacelera el pensamiento. Además, es un gran trabajador del mundo onírico, por lo que las noches siguientes a las sesiones se manifestarán sueños bien claros. La conciencia se despierta en la ensoñación y nos permite recordar[4]. Entiendo que la sede de Takiwasi en Francia La Maison que Chante, La Casa que Canta, ofrece procesos terapéuticos con la medicina del tabaco, justamente porque abre la ensoñación y pueden trabajar con el material que surge en esos planos.
¡Atención! Porque, claro, estoy explicando cosas muy beneficiosas de esta medicina. Que quede claro, que no se trata de una vez y para siempre. Ese modo sería volver a meternos en la velocidad de esta sociedad marketinizada que lo quiere todo ahora.
El trabajo va a terminar siendo con uno mismo y es constante. Y como el Tabaco, como el curandero recto que es, cuanto más claro, sostenido en el tiempo, directo, honesto y riguroso, mejor.
[1] Recomiendo la lectura del artículo de Takiwasi
[2] Señala Jacques Mabit en su artículo “Sobre la práctica de los tabaqueros” que lo primero que los indios Arawak, ofrecieron a Cristóbal Colón a su llegada al Nuevo Mundo fue el Tabaco. Eso expresa, dice el autor, “la importancia que tenía para ellos, era su oro, lo que tenían de más preciado, lo que les permitía entrar en contacto con los dioses, era su sacramento”.
[3] Tomado del Diccionario Etimológico Español en Línea: https://etimologias.dechile.net/
[4] Quisiera notar aquí que si bien es cierto el efecto que tiene el
tabaco en los procesos oníricos, hay personas que no logran tener acceso a sus
sueños en su vida cotidiana. Habría que ver entonces de qué modo esta medicina
podría ayudarlos a tomar contacto con sus movimientos inconscientes.